miércoles, enero 11, 2012

BCN-SITGES 19:55h


Digamos que cada tarde cuando subo al tren, ya oscuro, me entran unas ganas terribles de escribir (será la edad). Estas ganas me son familiares ya que cuando tenia 12 años empecé a entrenar en un equipo que estaba a unos 40km de mi casa. Así que 3 veces por semana cogía el tren y me acostumbré a escribir durante los trayectos.
De hecho en aquella época me carteaba con una profesora de catalán de la que me acabe enamorando(como no). Cuando ella se traslado de instituto yo seguí escribiendo en una libreta con tapas verdes, que si mal no recuerdo sigue en casa de mi madre, olvidada en algún cajón.
Siempre he pensado que el tren es uno de los mejores sitios para inventar historias, fabular con la gente o hacer estudios sociológicos. Porque cuando coges el tren cada día a la misma hora y en el mismo vagón hasta puedes entablar relaciones "ferroviarias" que son aquellas con la gente que solo ves en el tren. Aquellas personas que aún no conoces pero que el día que no están te das cuenta y piensas: "¿tendrá fiesta?; ¿quizá esta enfermo?; ¿vendrá mañana?"...